31.7.17

La Canción Demoledora


I

Voy a empuñar mi lira, no a pulsarla / para entonar un himno de entusiasmo / que con sus notas vigorosas pueble / de imágenes hermosas, los espacios; / no a pulsarla con lágrimas inútiles / para que broten de sus cuerdas llantos; / voy a empuñarla, sí, com si fuera / un hacha gigante! con mis manos / quiero hacer un deguello que no deje / una sola cabeza de falsario, / una sola cabeza de canalla, / una sola cabeza de tirano! / quiero segar cabezas / como se siega el pasto!

II

Voy a empuñar mi lira / con toda la pujanza de mis brazos, / con el vigor de bronce de mis músculos / con toda la energía de mis años! / Quiero destruir - la destrucción abona - / todo lo que en el mundo sea falso, / todo lo que en el cielo sea impuro, / todo lo que en la tierra sea malo, / todo lo que en el hombre sea infamia!... / quiero ser sanguinario! / quiero abrazar con el calor que es vida, / la sangre de los pueblos desgraciados / para que hechas volcanes, sus miserias / vomiten sobre todos los tiranos!

III

Voy a empuñar mi lira, sí mi lira / forjada con los hierros del esclavo, / fundida sobre el yunque a martillazos! / Voy a empuñarla cual se empuña un hacha / para pulverizar a los peñascos / donde se posee una injusticia, donde / la mentira se alce, y a pedazos / a los abismos arrojarlos quiero / para allanar mi paso / así, con los escombros de esa historia / que escribieron con sangre los humanos!

IV

Voy a empuñar mi lira... / yo quiero descargala como un rayo / que parta las mezquistas, y los templos, / tronche las cruces, hunda campanarios / y en medio de los escombros del derrumbe / los sacerdotes muertos aplastados! / Porque río de Dios, no me amedrenta / su voz atronadora, yo levanto / mi lira de rebelde, como el ángel / Luzbel, y le amenazo. / Cuando el ruje de rabia en las tormentas / pulso mi lira y canto / porque río de Dios; así haga o diga / me río de sua voz e de su mano!

V

Voy a empuñar mi lira / con toda la potencia de mis brazos / para expulsar a Dios de sus dominios / y llamar a los hombres a ocuparlos. / Voy a arrancar las vendas de los ojos / de todos los que nunca vieron los mitos / que para someterlos se inventaron. // Voy a romper de un golpe las cadenas / que privan de luz al presidiario, / para que forje con sus hierros rotos / un formidable tajo / y ajusticie con él a sus verdugos / que son humildes siervos de tiranos. // Voy a llamar a todos los hambrientos / que comem lo que tiran los lacayos / cuando van a pedir a los señores / las sobras del festín a sus palacios. // Voy a llamar a todos los que dejan / palpitantes pedazos / de carne entre los hierros de la máquina; / a todos los que viven sepultados / en las negras entrañas de la tierra / a todos los que mojan con sus llantos / los surcos donde yace la simiente / que será el alimentos de sus amos; / a todas las mujeres prostituídas / escanciadoras de placeres pagos; / a todas esas madres que a sus hijos / no pueden dar el alimento humano, / ni el calor de sus besos y caricias, / ni el refugio sin par de sus regazos; / a todos los pilletes que en las puertas / amanecen helados; / a todos los maltrechos de la vida; / a todos los inválidos / a todos los vencidos en la lucha / por el pan cotidiano; / a todos los que lucen en sus carnes / la indeleble señal del latigazo; / a todos los que ostentan en sus cuerpos / el pus de las heridas, putrefacto...; / a todos los roñosos de las calles / que vagan al azar hechos guiñapos! / a todos los que viven en montones / cual si fueran gusanos! // Voy a llamar la chusma mancillada / con todos los estigmas del pasado, / la que va al hospital, mora en la cárcel, / su cuna es un zaguán, la calle un atrito; / la que tiene por cama / umbrales, por colchón el empedrado / y por lecho de muerte / un perdido rincón en el osario! // Voy a llamarla, sí, quiero con ella / marchar a la conquista de los astros, / para dejar al cielo en tinieblas / y el camino glorioso iluminarnos! / Con cada sol hacermos una antorcha, / mussalchis serán todos los esclavos / e iremos por los mundos / las cosas carcomidas incendiando.

Alejandro Sux
Buenos Aires, 1906